30 años de médico: una vida de vocación, sacrificios y aprendizajes desde Cuba hasta Ecuador
📚 El inicio de un sueño: Santiago de Cuba y la semilla de la vocación
Por estos días, hace exactamente 30 años, me recibía de médico. Corría julio de 1995 en Cuba y, tras seis años de estudio, me convertía oficialmente en doctor. Era un joven lleno de ilusión, cargado de sueños, con esa energía típica del que empieza a caminar por el sendero que eligió con el corazón.
Desde muy chico sentí una vocación natural por la medicina. No era una moda ni una presión familiar. Era un llamado profundo, como si la vida misma me susurrara al oído: “Este es tu camino”.
Los años de universidad me regalaron amistades que conservo hasta el día de hoy, risas que aún resuenan en mi memoria y experiencias que me marcaron para siempre. Santiago de Cuba fue más que una ciudad universitaria; fue hogar, fue escuela de vida.
🌿 Mi primer gran reto: el servicio social rural
Tras recibir el título, llegó la hora del servicio social. Me asignaron a una comunidad agrícola en el Central Maceo. Era una zona bastante intrincada, de difícil acceso, pero con gente maravillosa. Antes de comenzar, decidí ir a conocer el lugar. En ese primer intento, sufrí un accidente en una carreta de caña que me dejó una lesión en la rodilla y me obligó a posponer mi llegada.
Lo curioso es que, sin siquiera haber empezado, ya todos conocían al "doctorcito que se cayó". Y cuando por fin llegué, fui recibido con un cariño inmenso. Muchos podrían haber visto esa caída como una muestra de fragilidad, pero para otros, fui el joven médico vulnerable que necesitaba ser cuidado. ¡Y así fue! Me cuidaron, me adoptaron, me enseñaron.
Esa etapa fue difícil: el consultorio rural tenía condiciones precarias, sin electricidad en ocasiones, sin agua constante, con pocos insumos. Pero la comunidad compartía lo poco que tenía conmigo. Fue ahí donde consolidé mi amor por la medicina, no en los libros, sino en la entrega diaria, en las miradas de confianza, en los "gracias doctor" sinceros.
💔 El golpe más duro: la pérdida de mi madre
Durante una de sus visitas a mi consultorio rural, mi madre, con tan solo 47 años, sufrió un infarto fulminante. Su partida fue rápida, inesperada y brutal. Aún me duele hablar de ello. Pero si algo aprendí es que el tiempo con nuestros padres es sagrado. Hoy solo puedo decirles a todos: ámenlos, abrácenlos, denles orgullo y felicidad, porque cuando ya no están, solo queda el eco de lo vivido.
Mi hermana y yo nos sentimos en paz porque sabemos que hicimos sentir a mamá profundamente orgullosa.
🎓 De la familia a la pediatría: formación y compromiso
Después del servicio social, regresé a mi ciudad natal. Allí crecí como profesional. Primero cursé la especialidad en Medicina Familiar, y luego, me lancé de lleno a la Pediatría. Ambas especialidades me llevaron nuevamente a zonas rurales del oriente cubano, donde las distancias eran grandes, los caminos difíciles, y el compromiso inmenso.
Eran días duros, sí, pero también enriquecedores. Cada consulta era un acto de entrega, una oportunidad para hacer la diferencia.
🌎 Ecuador: nuevos desafíos, otra cultura, misma vocación
Hace 12 años, la vida me trajo a Ecuador. Desde el primer día seguí ejerciendo como pediatra. Trabajé en clínicas privadas y en mi propio consultorio. Fue un proceso de adaptación, de entender una nueva cultura, de enfrentar otros retos.
En medio de esta etapa, una enfermedad degenerativa de caderas me dejó prácticamente sin poder caminar por casi dos años. Fui operado de ambas caderas. Y sí, ser médico y pasar al otro lado, al de los pacientes, es una experiencia que te cambia. Me vi vulnerable, necesitado, en silencio, aprendiendo de nuevo a tener paciencia y humildad. Pero salí adelante, gracias a mi familia, a mis amigos, a mi fe.
💡 El legado: conocimiento, hijos e inspiración
Una de las cosas que más me llena de orgullo es que dos de mis hijos han decidido seguir mis pasos. Verlos estudiar medicina, sabiendo todo lo que han visto en casa —sacrificio, desvelos, trabajo duro— me emociona. No se desmotivaron. Todo lo contrario, entendieron que ser médico es un privilegio.
Siempre les digo: no basta con saber. Hay que tener humanidad. Escuchar. Abrazar con la palabra. Conectar. Porque eso es lo que el paciente recordará.
🧠 De la consulta al mundo digital: educar desde el corazón
En estos últimos años decidí abrir mi blog Punto y Salud. Quería compartir mis conocimientos con las familias, hablar en un lenguaje claro, accesible, cercano. También me involucré más en redes sociales, convencido de que la educación sanitaria salva vidas.
Además, cursé un posgrado en nutrición pediátrica y he participado en numerosos eventos médicos, manteniéndome siempre actualizado. Porque el aprendizaje no termina. Jamás.
🌟 Agradecimientos del alma
Hoy, a 30 años de haberme graduado, puedo decir que este camino ha sido duro, sí, pero profundamente gratificante. Estoy agradecido con la vida, con mis padres, mi hermana y su linda familia, mi esposa, mis hijos, mis amigos, mis colegas y en especial con los profesores, que me brindaron sus valiosas enseñanzas. Con los pacientes que confiaron en mí. Con los que estuvieron, y los que desde el cielo siguen iluminando mi andar.
Gracias a la vida por haberme puesto en este camino de la bata blanca. Gracias a los que me han sostenido. Gracias a Dios por la fortaleza de seguir.
💬 Reflexiones finales: ¿Qué he aprendido en 30 años de medicina?
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Que el conocimiento sin humanidad no sana.
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Que el dolor propio enseña más que cien libros.
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Que la gratitud es la medicina del alma.
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Que los pacientes no solo buscan diagnóstico, buscan comprensión.
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Que ser médico es una forma de amar.
Preguntas frecuentes
¿Qué fue lo más difícil en estos 30 años?
La pérdida de mi madre y los momentos de enfermedad personal han sido los desafíos más duros.
¿Qué consejo le darías a un joven que quiere ser médico?
Que estudie mucho, pero sobre todo que no olvide nunca el lado humano de la medicina.
¿Por qué creaste un blog médico?
Porque creo en la educación como herramienta de transformación. Quiero que la salud esté al alcance de todos.
🙌 Palabras para cerrar :
Hoy, al mirar hacia atrás, no puedo evitar sentir una mezcla de orgullo, gratitud y emoción. He reído, he llorado, he aprendido... y todo eso me ha hecho quien soy. Claro que me habría encantado tener más libertad para explorar el mundo, seguir formándome, conocer otras culturas médicas. Pero aún con lo que no fue, me quedo con lo que sí fue: un camino lleno de propósito.
Los sueños no se acaban. Las fuerzas tampoco. Porque mientras el corazón siga latiendo con pasión por esta vocación, seguiré adelante, con la bata blanca bien puesta.
Gracias de corazón a todos los que caminaron conmigo, en los buenos y en los malos momentos.
¡Y que esta historia médica siga escribiéndose por muchos años más, con vida, con amor y con entrega total!
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